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Tres destinos de mar que sorprenden con sus historias y sus construcciones

Foto: Municipio de Tres Arroyos.

Además de la belleza de sus playas los destinos de la Costa Atlántica bonaerense sorprenden a los turistas con joyas arquitectónicas, casas de descanso de personajes históricos, hoteles de principios del siglo XX, relatos fundacionales y faros emblemáticos.

Pinamar, Tres Arroyos y Patagones proponen a los visitantes abandonar por un rato la quietud de la arena y disponerse a descubrir otros atractivos que se complementan a la perfección con el relax marítimo.

Arquitectura y circuitos históricos

En el distrito costero, cuyo nombre conjuga pinares y mar, se destaca el  parque escultórico con más de sesenta obras ubicadas en diferentes puntos de la ciudad, cada una con un código QR que se puede escanear para obtener más información sobre cada pieza.

“Es un verdadero museo a cielo abierto” afirmaron desde el municipio. La propuesta es gratuita y se puede visitar a cualquier hora del día.

Asimismo, la localidad balnearia de Ostende, ubicada a cuatro kilómetros de la ciudad de Pinamar, ofrece un itinerario conformado por tres atractivos de importancia histórica.

La Elenita fue el lugar en el que el expresidente Arturo Frondizi veraneaba junto a su familia. Se trata de una pintoresca y pequeña casa de madera, declarada Monumento Histórico Provincial, que lleva el nombre de la única hija del matrimonio Faggionato-Frondizi y se puede visitar desde afuera donde hay cartelería explicativa.

Otro punto para conocer es la Rambla Sur, edificada en 1912. En su parte posterior se construyeron pequeños locales que oficiaron de vestuario para los bañistas y durante la década del treinta funcionó una confitería. Luego fue cubierta por la arena y en 1993 se llevó adelante el proceso de recuperación.

El “Viejo hotel Ostende” invita a alojarse y a realizar un recorrido por su historia. Fue el primero emplazado en esta villa balnearia a principios del siglo pasado. Los hermanos Pallavidini impulsaron su construcción y lo convirtieron en el sitio preferido para vacacionar en la zona.

Hasta allí llegaron el autor de “El principito”, Antoine de Saint-Exupéry, y el escritor argentino Adolfo Bioy Casares. 

Debido a las sudestadas y fuertes vientos, las propiedades solían quedar semienterradas entre los médanos, por estas características climáticas durante mucho tiempo se ingresó al hotel a través de tablones que conectaban con las ventanas del primer piso.

El establecimiento abre sus puertas de diciembre a marzo y los interesados en  visitas guiadas deberán consultar en la recepción del hotel.

Foto: Municipio de Pinamar.

Sobre la playa de Mar de Ostende se erige La Tumbona, casa diseñada por el reconocido arquitecto ítalo-argentino, Clorindo Testa. Varios pilotes sostienen la construcción y cuando crece el mar, el agua pasa por debajo de la vivienda de dos plantas pintada de bordó.

Todos los ambientes tienen ventanas desde las que se puede observar el mar y en la parte superior hay una suerte de balcón con pileta. Solo se puede ver desde el exterior y al tratarse de un hito de la arquitectura atrae a turistas y profesionales del diseño.

En Pinamar también puede visitarse el Palacio Augusto, la Vieja Hostería, el Hotel Playas y la pasarela peatonal y mirador de Valeria del Mar.

Foto: Municipio de Pinamar.

FARO, VIVERO Y TÚNEL

En el partido de Tres Arroyos las localidades de Claromecó, Reta y Orense además de sus extensas playas donde el sol nace y se oculta en el mar, deslumbran con diversos atractivos turísticos.

El faro de Claromecó, localizado a dos kilómetros del balneario, es el ícono del lugar: se trata del más alto de Sudamérica, tiene una altura de 54 metros y una escalera caracol de 278 escalones.

En la base de esta torre de señalización se pueden observar los restos óseos de una ballena hallada en las costas locales hace treinta años.

La estación forestal Ingeniero Paolucci, más conocida como vivero dunícola, es otro de los sitios imperdibles de Claromecó. Con una superficie de tres mil hectáreas, un treinta por ciento está cubierta de pinos, cipreses, álamos, eucaliptos y acacias. 

Además se puede disfrutar de una jornada diferente al aire libre con sinuosos caminos internos, sectores de recreación, juegos infantiles, fogones, cabalgatas, avistaje de aves o safaris fotográficos. El horario de visitas es de lunes a lunes durante todo el día. En el lugar no se puede acampar.

La huella de la familia Gesell también puede rastrearse en el barrio parque Dunamar. Ernesto Gesell, hermano del fundador de la ciudad homónima, fijó los médanos de esta zona costera y forestó el trazado con eucaliptos, álamos, pinos marítimos y tamariscos.

Dunamar está separado del resto de la localidad por el arroyo Claromecó, es un barrio de casas pintorescas y jardines frondosos y coloridos.

Llegar a la playa a través de un túnel que pasa por debajo de un médano gigante es una aventura que sólo puede vivirse en la villa turística de Reta.

Otra experiencia imperdible es percibir con todos los sentidos la desembocadura del Río Quequén Salado en el océano, donde la inmensidad, el silencio y los sonidos del agua son los protagonistas.

Por otra parte, los fanáticos del mate podrán recorrer el museo de la Yerba Mate que se atesora más de mil envases de yerba.


Foto: Municipio de Tres Arroyos.

BELLEZAS AUSTRALES

Bahía San Blas, en el partido de Patagones, además de ser cuna de pescadores y de contar con las playas más sureñas de la Provincia, posee un templo religioso moderno en el que cada detalle fue pensado con precisión por el arquitecto Félix Sluzki.

Los Wassermann fueron la familia pionera en esta región y le dieron el impulso que necesitaba para su crecimiento. Trazaron las calles, fraccionaron y alambraron la isla Jabalí, llevaron ovejas, vacas, caballos y construyeron un puente para unir el continente con la tierra insular.

En 1932 Bruno decidió levantar una capilla en honor a su esposa Berta que falleció ese mismo año. 

El edificio se caracteriza por un estilo colonial clásico con sus tejados típicos a dos y a cuatro aguas. Tiene un campanario de doce metros y medio de altura en el que se advierten los primeros indicios del racionalismo en la arquitectura vernácula.

Esta nueva corriente también se observa en los esquineros de la torre diseñados con ochavas alisadas. En tanto que las aberturas verticales y el portal de hierro con paredes ciegas pertenecen al estilo bizantino.

La capilla Wassermann se puede visitar todos los días de 10:00 a 18:00, y los sábados a las 11:00, y se realizan recorridos guiados.

El faro Segundo Barranca es otro monumento para descubrir. Comenzó a funcionar en junio de 1914 y es una estructura troncopiramidal de treinta y cuatro metros de alto, con garita y decorada con franjas blancas y negras. 

Para visitarlo desde Bahía San Blas se accede por diferentes caminos: en 4 x 4 desde la Oficina de Informes Turísticos local hasta el faro hay treinta y dos kilómetros, y se ingresa por la playa. En cambio si el vehículo es de tracción simple se atraviesan caminos vecinales en los que se deben abrir y cerrar dieciséis tranqueras.

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